miércoles, 19 de febrero de 2014

                                                  Al hombre sentado tras la ventana

Inoportuno, detrás del roble tallado; el cristal entre la fábula y lo real.  Sentado, café en mano, el hombre que envejece mas no perece. En él la tradición se funde en lo cotidiano, la danza otrora que arriba al inicio, extasiada.  A veces observa la lluvia y la gente deambula apurada. Otras, el sol le atraviesa, la gente igual de apurada.

Sentada en otra esquina, la mujer que tampoco perece, observa detrás de la humeante taza, al viejo de la cafetería que, mirando por el vidrio, contempla el mundo, y repite la eterna historia. 

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