Al hombre sentado tras la
ventana
Inoportuno, detrás del roble
tallado; el cristal entre la fábula y lo real.
Sentado, café en mano, el hombre que envejece mas no perece. En él la
tradición se funde en lo cotidiano, la danza otrora que arriba al inicio, extasiada. A veces observa la lluvia y la gente deambula
apurada. Otras, el sol le atraviesa, la gente igual de apurada.
Sentada en otra esquina, la
mujer que tampoco perece, observa detrás de la humeante taza, al viejo de la
cafetería que, mirando por el vidrio, contempla el mundo, y repite la eterna
historia.
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